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Ayer estuve viendo un documental bastante curioso en el Festival de Cine Europeo de Segovia. Se llama: "Voces en Imágenes". Esto es como ver los extras de las películas, que te muestran los trucos y las trampas, es decir, el anti-cine. Pero a su vez resulta muy interesante. Ver a los hombres que ponen la voz a Marlon Brando, Richard Gere, Anthony Hopkins, Johnny Depp, Jack Lemmon o Morgan Freeman impresiona, qué quieres que te diga. Es raro ver "su" voz en otro cuerpo. Y con las mujeres pasa exactamente lo mismo: las que doblan (que no dobladoras, q a ellos no les gusta esa palabra) a Julia Roberts, Jodie Foster, Nicole Kidman o Bette Davis resultan ser mujeres que nada tienen que ver con aquéllas, pero que para nosotros tb lo son un poquito, porque la voz real no nos es familiar, lo es ésta.
Contaron que ahora ya no se hace como antes el doblaje de una película, con el otro actor dándote la réplica, sino que trabajan solos. Tiene q ser muy triste y ellos muy profesionales para que, en una escena de amor, tengan que decir de repente: "te quiero, te amo, te necesito", y no escuchen la voz del otro respondiendo, sólo un silencio. Por no hablar de que pueden tener que empezar a doblar a mitad o final de película. Y luego nos quejamos q el doblaje no es bueno...
En fin, trabajando de esta forma tan fría es difícil. Es como si a Humprey Bogart no le ponen al lado a Ingrid Bergman sino a una silueta que no habla y queremos q se meta en el papel. Pues mira, no, no es posible. O un actor en la obra de teatro que tenga q imaginar lo que respondería su partenaire. Todo esto y muchos más entresijos de la profesión, que contaron durante 2 horas largas, hacen que valore ahora más que nunca su trabajo. A pesar de que dicen ser los actores con menos prestigio del panorama, reivindican su trabajo como uno más de los muchos que componen esta profesión. Y en el fondo tienen razón: son un mal necesario.